Hay quienes piensan que cuando las cosas van mal, Dios los está castigando.
Pero no todo lo difícil que atraviesas es un castigo; muchas veces, es una oportunidad divina para ser transformado.
Dios no quiere destruirte, quiere formarte.
No te está rechazando, te está preparando.
Las pruebas que enfrentas no vienen para humillarte, sino para purificarte.
Cuando el oro pasa por el fuego, no se quema: se limpia de impurezas.
Así mismo, el fuego de tu proceso está sacando de ti todo lo que te impide brillar con la luz de Cristo.
Quizás no lo entiendas ahora, pero cuando mires atrás verás cómo cada lágrima tuvo propósito.
Dios usará tu dolor como testimonio de Su fidelidad.
Él no desperdicia nada, ni siquiera tus momentos más oscuros.
Así que en vez de preguntarte “¿Por qué a mí?”, pregúntale “¿Para qué, Señor?”.
Y verás cómo ese “para qué” se convierte en tu mayor bendición.
“El fuego prueba la pureza del oro, pero el Señor prueba el corazón.” — Proverbios 17:3
Más historias
✨ La fe abre caminos ✨
Confía, aunque no entiendas.
Dios no se olvida de ti.